viernes, 23 de enero de 2009

A-DIOS

El tiempo es lineal y descendente.
Desde el mismo instante de la
engendración y digo bien: engengración, empezamos a envejecer, a marchitarnos, a secarnos y a pudrirnos. Saltamos unos centímetros pero podemos caer desde kilómetros. Lo bueno es tan importante como lo malo, pero lo malo es lo que nos marca. Tenemos que nadar para no hundirnos. Necesitamos matar para no morir. Caemos por andar de pie. El ánimo hay que levantarlo, porque si no, andamos bajos. Miramos hacia arriba para pedir y hacia abajo para vernos.
La tierra es esférica, estamos en la cumbre y todo lo demás debajo. Caminar cuesta arriba es lo que más nos fastidia, mientras que de la otra forma sólo hay que... dejarse llevar.
Nacemos, crecemos, caemos y nos entierran más abajo aun.
Nos ahogamos cuando llevamos una trayectoria descendente.
Como no decidí cuando nacer tampoco lo haré cuando morir porque al fin y al cabo todos lo haremos, lo que no soporto es que me hayan puesto al borde de un precipicio para luego empujarme.
Saludos al dios que tenemos arriba, sólo decirle que no caeré en la tentación porque para eso tendría que levantarme de ella y todos sabemos que la fuerza de la gravedad del asunto me impide hacerlo. Llegar hasta ti implica un esfuerzo sobre-humano. Así que lo mejor mejor será seguir descendiendo, por lo menos sé que, aunque no sea de mi agrado, habrá alguien esperándome ahí abajo.

2 comentarios:

Ederon Körst dijo...

Creo que teniendo en cuenta a dónde vamos a parar los suicidas, seré yo ese que te espere ahí abajo... quién sabe.

Anónimo dijo...

Espero que no, espero que la unica forma no natural que tengas de morir sea porque yo te mate. Y ni se te ocurra pedírmelo...